domingo, 16 de septiembre de 2012

UNA PALABRA A LOS JÓVENES


Por Paul David Washer

Originalmente publicado en la Revista HeartCry, volumen 47, febrero/marzo del 2006.



En los últimos días me he sentido en la obligación de escribir las siguientes palabras a los jóvenes que reciben esta publicación. Te pido que consideres en oración las cosas que vas a leer. Si encuentras alguna verdad en lo escrito, entonces te amonesto a que moldees tu vida en consecuencia.
¡No desperdicies tu vida!

Acuerdate de lo Breve de la vida

El primer hombre fue creado a la imagen de Dios. Si el se hubiera sometido a la voluntad de Dios, hubiera sido inmortal. El hubiera pasado a través de los años de su interminable existencia desde la eternidad hasta la eternidad sin deterioración de decadencia. El pasar del tiempo le hubiera traído a mayores niveles de madurez, satisfacción y gozo. Su existencia hubiera permanecido con propósito y gloria.
Con la venida del pecado, todo se perdió, y la existencia del hombre dio un giro trágico y deformado mas allá de lo que uno puede comprender. El hombre se convirtió en un mortal de breve duración, débil e inútil. Ahora vive su vida hasta que toda la vitalidad de escurre, todo propósito es demolido y el cuerpo finalmente vuelve al polvo de donde él vino. No es sin razón que el predicador clama:

Eclesiastes 1:2
¡Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad!

Como un hombre o mujer joven, tú debes luchar constantemente con la tentación de olvidar la brevedad de la vida y la vanidad de una larga vida separada de la voluntad de Dios.
Tu debes aprender de Las Escrituras que tu vida es menor que una neblina.
Tú debes llegar a estar convencido de esta verdad, y luego debes ponerla delante de ti como un constante recordatorio. ¡Tú eres mortal y tus días están contados!

Salmos 103
15 el hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo,
16 que pasó el viento por ella, y pereció, y su lugar no la conocerá más.

… Tú eres como una neblina que aparece por un pequeño momento y luego desaparece.

Santiago 4:14
… Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo,
Y luego se desvanece.

Tú sabes que Las Escrituras son verdad. Tú sabes que la muerte es una realidad para ti. Cada tumba y cada cementerio dan testimonio de la inescapable realidad de que tú vas a morir. Y aun así, ¿Como es eso de que tu tan rápidamente olvides y te entregues a las vanidades temporales de esta vida?
Es porque estas rodeado de una cultura que hace todo lo que tenga en su poder para evitar cualquier pensamiento del fin de la vida. Es porque el dios de este mundo trabaja con toda su astucia para mantenerte entretenido y distraído

Es porque, aunque tú has sido redimido, aun habitas en un cuerpo de carne pecaminoso que corre por todo lo que es carnal y temporal. Sabiendo estas cosas, harías bien en hacer estas dos cosas: Memorizar y frecuentemente orar la oración de David en el

Salmo 39:4
Hazme saber, Jehová, mi fin, Y cuánta sea la medida de mis días; Sepa yo cuán frágil soy.

Mantener tu mortalidad al frente de tus pensamientos no es con el propósito de ser morboso o lamentoso como aquellos que no tienen esperanza, sino para compelerte a esperar solo en Cristo para que te entregues de todo corazón a Su voluntad para tu vida. Solo en Cristo la tumba es sorbida en victoria y la inutilidad temporal reemplazada por el eterno y glorioso propósito de Dios para ti.

Acuerdate de tu creador

Conociendo algo de la brevedad de la vida. “¿Cómo entonces deberíamos vivir?”.
El escritor de Eclesiastés responde esta pregunta para nosotros en la forma de un mandamiento:

Eclesiastes 12:1
Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos,
y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;…

La palabra “acuérdate” viene de la palabra Hebrea Zakar que significa recordar o traer a la memoria. Este mandamiento de recordar a Dios se refiere a más que un recuerdo accidental de que hay un Dios. Significa más que simplemente bajar tu cabeza cada vez que pases por un templo. Este mandamiento no es cumplido meramente por ir a la iglesia cada vez que esta abra las puertas. Es un mandamiento radical y transformador de vidas para conocer y entender al Dios de la Escritura, para reconocer Su preeminencia en todas las cosas, para buscar Su gloria en todas las cosas y para obedecerle en todas las cosas.

La gran importancia de este mandamiento se vuelve entendible cuando tú recuerdas que estas siendo bombardeado constantemente con distracciones temporales diseñadas para hacerte olvidas el valor de Dios y el gozo de Su voluntad.

A menos que propongas en tu corazón recordar a Dios y usar cada recurso a tu disposición para permanecer en ese propósito, caerás en la vanidad y tu vida se desperdiciará. Considera cuidadosamente lo que he escrito. No te estoy pidiendo que simplemente estés de acuerdo conmigo.
¡Yo te ruego que te PROPONGAS en tu corazón poner tus ojos en Dios como si tu vida dependiera de Él (y así es) y que activamente, agresivamente y violentamente…

Mateo 11:12
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia,
y los violentos lo arrebatan.

… lo busques y uses cada recurso a tu disposición para guardarte de ser distraído y caer en la vanidad de este mundo perverso!

Es importante notar que el predicador de Eclesiastés no solo nos manda a “recordar a Dios”, sino que nos dice el tiempo mas conveniente para hacer eso: “En los días de nuestra juventud”. No es bueno prepararse para una batalla al final de la batalla, o esperar la última vuelta en una carrera para atar los zapatos de correr. Igualmente es una noción ridícula (que se encuentra en la mente de muchas personas jóvenes) que uno debe retrasar vivir para Dios cuando la vida esté adelantada y usualmente cuando una gran porción de la vida ha sido desperdiciada. No seas como el hijo prodigo que “volvió en sí” solo cuando despilfarró su fortuna y la fuerza de su juventud. Vuelve en sí en los primeros días de tu vida. Pon tu corazón en buscar a Dios ahora: en conocerlo, adorarlo, servirlo, y regocijarte en Su bondad.
Como uno más anciano que tú, como un embajador de Cristo, como si Dios rogara por medio de mí; te ruego en nombre de Cristo: ¡No desperdicies tu vida!

Isaias 55:2
¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura.

Pon tu Corazon en seguirLE

Estoy indeciso de usar este tipo de lenguaje contigo porque temo que me malinterpretarás. Para la mayoría de los cristianos, la amonestación de “seguir a Dios” trae pensamientos de deber, obediencia y ministerio, pero estas cosas por sí mismas sólo te dejan cansado, vacío y amargado. Yo he pasado por ese camino y haré lo que esté en mi poder para guardarte de él. ¡Eso te lleva a un horrible lugar!

Cuando hablo de seguirle, me refiero primariamente a tener comunión con Su persona; a reconocerlo y compartir con Él cada experiencia; a proponerse no esconder de Él o desconectarlo a Él de alguna área de nuestra vida; a ver todo como sagrado y nada como secular; para que Él tenga preeminencia en cada momento de tu vida -cada pensamiento de tu cabeza, cada palaba que salga de tu boca, y cada obra de tu te propongas hacer: sea caminar, hablar, comer, beber, reír, llorar, trabajar, jugar- experimentando todo esto en Él, a través de Él, para Él y sobre todo ¡CON Él!

¿Te das cuenta que puedes hacer casi todo por las razones equivocadas? Tú puedes ministrar por satisfacción personal o por la fama que esto pueda traerte. Tú aun podrías crecer en conocimiento y piedad por la reputación que eso te puede brindar entre otros creyentes. Pero es el corazón verdadero y fiel el que busca solo estar CON Él por la causa de estar CON Él.
Tú me puedes mirar como un cristiano maduro que ha aprendido muchas cosas, pero he estado tan equivocado en tantas cosas, y este ha sido mi mayor error.
Siempre me he presionado mucho para realizar cosas, cuando he debido más bien presionarme mucho para ¡estar con Él!
¡Si, mis queridos cristianos jóvenes, tu puedes desperdiciar preciosas gotas de tu vida aun en el trabajo del ministerio y las misiones!

Recuerda esto: Confinar a Dios a un tiempo de silencio es grotesco, reducir la disciplina solo a obediencia es patético, y hacer del ministerio otra cosa que la vida de Cristo fluyendo a través de tu intima relación con Él es hacer del ministerio nada más que una estúpida obra de la carne.

Lee la Biblia

¡Ahora viene una novedad! Una de las cosas mas grandes que un joven cristiano puede hacer es tener una practica de toda la vida de leer la Biblia sistemáticamente desde Génesis hasta Apocalipsis una y otra vez. Si lo puedes hacer en los
Idiomas originales es aun mejor, pero sólo conozco un puñado de personas capaces de hacer tal cosa y yo no soy uno de ellos.
La mayoría de los conocimientos de los cristianos de la Escritura está muy fragmentada porque ellos solo han leído partes de la Biblia. Conozco individuos que son muy brillantes en ciertos aspectos de doctrina, pero cuyo conocimiento general de la Biblia es muy pequeño. Para evitar esta dificultad, tu deberías leer la Biblia SISTEMATICAMENTE y de tapa a tapa. Nadie en su sano juicio leería una obra de literatura hacia y desde una parte del libro y leyendo al azar ciertos capítulos. Deberían empezar en el comienzo y moverse progresivamente a través del libro capitulo por capitulo hasta que lleguen al final. ¡Hasta ahora muy pocos cristianos han leído la Biblia de esta forma! Recuerda: La Biblia es la inspirada e infalible Palabra de Dios dada a nosotros en forma de un libro.

Para entender la Biblia en su totalidad y sus partes, debemos leerla en su totalidad y en sus partes.
Una de las formas más gratificantes de aprender Las Escrituras es escribir tus puntos de vista y preguntas mientras lees. Cada vez que pases por Las Escrituras vas a notar que serás capaz de contestar muchas de las antiguas preguntas y nuevas preguntas vendrán a tu mente. También serás capaz de refinar y aclarar muchos de tus puntos de vista.

Por esta razón, aprenderás que la Biblia es el mejor comentario de ella misma.
Una palabra de prevención: La mayoría de las personas nunca hacen esto con toda la Biblia porque ellos se mantienen tratando de entender todo o tratando de escribir un comentario de cada libro. Ofrezco dos sugerencias: Primero, no se desanime. Anote breves preguntas y manténgase leyendo. Segundo, solo anote aquellos comentarios que Dios con los que Dios ha impresionado su corazón para recordarlos. ¡SEA BREVE! ¡Ya tenemos suficientes comentarios para dejar en bancarrota a cada estudiante de los seminarios del mundo!

Para los jóvenes cristianos, la Biblia puede parecer abrumadora. Esto nunca cambiará. ¡La Biblia es abrumadora! Esta contiene más verdades sobre Dios de las que ningún hombre comprenderá u obedecerá. No obstante, es un magnifico viaje leer estas paginas y no solo aprender, sino ser transformados.

La cristiandad requiere que las mentes comprometidas pero no es solo o primariamente sobre el intelecto. Es sobre conocer a Dios de una manera personal e intima y ser transformados a la imagen de Su Hijo. ¡No se desanime! Cada día que lea la Palabra de Dios se agregará a años de estudio y a una riqueza de conocimiento bíblico finalmente. Cada día perdido va a reducir el tamaño de ese tesoro final.

Ora

Yo divide mis oraciones en dos categorías separadas:
Oración con zapatos de caminar y oración con mis zapatos de trabajar. La Primera categoría se refiere a la comunión, adoración y acción de gracias. Es caminar con Dios como con un compañero siempre presente, disfrutando Su comunión y buscando mayores y mayores manifestaciones de Su presencia. Este tipo de oración tiene un propósito: conocerlo a Él y simplemente “estar” con Él. Fuera de este tipo de oración, todo el conocimiento en tu cabeza nunca será nada más que una jerga teológica de segunda categoría. Te pasarás toda la vida hablando correctamente sobre alguien que ni siquiera conoces y sobre cosas que nunca se han hecho una realidad en tu vida.
Yo he escuchado persona decir que ellos no tienen un tiempo específico de buscar a Dios de este modo, pero que tienen comunión con Dios a través de sus actividades diarias. He experimentado que la habilidad para “practicar la presencia de Dios” durante el día y en medio de mis actividades solo es posible porque me he separado de mis actividades diarias y he buscado a Dios en un tiempo especifico de oración. Esta parece haber sido la práctica de nuestro Señor Jesucristo durante Su encarnación:

Marcos 1:35
Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.

La Segunda categoría de oración: oración en mis zapatos de trabajo se refiere a la oración intercesora. No permitas que nadie te engañe. ¡Este tipo de oración es difícil de hacer! No es cosa fácil para un mortal luchar con Dios (Génesis 32:24-32) y contra el Diablo (Efesios 6:12). Los riesgos son grandes y todo se gana o se pierde en esta batalla. Nosotros luchamos en oración por la Gloria de Dios, la Gran Comisión y la venida del Reino (Mateo 6:9-10); nosotros luchamos en oración por la preservación y santificación de la iglesia; luchamos en oración por cada necesidad y por el cumplimiento de cada promesa que Dios nos ha dado. ¡Esta, bien puede ser la tarea más sagrada dada a los hombres!

Dejaré atrás el tema de la oración con un pequeño consejo que me ha sido muy útil. Me lo dio un antiguo predicador. Fue algo así como:

“Ora hasta que puedas orar; y luego, ora hasta que hayas orado”.

Frecuentemente cuando inclinamos nuestras rodillas para orar, no sentimos la libertad o el poder para orar. Es como si hubiera un cielo de metal encima de nosotros. Esto no debe ser una causa de desanimo sino que nos debe guiar a luchar en oración hasta que “irrumpido hasta” Dios. Es ahí cuando debemos orar hasta que nuestras cargas hayan sido soltadas y nosotros sepamos que hemos orado.

BUSCA AMIGOS PIADOSOS

Con el riesgo de ofenderte, debo decir que si eres un joven, hay una gran posibilidad de necedad (estupidez) aun unida a tu corazón (Proverbios 22:15). Si las mayores influencias de tu vida la ejercen otras personas jóvenes como tu, entonces tu eres un compañero de tontos y estas bajando por un camino peligroso. Las Escrituras enseñan una verdad salvadora de vidas que es frecuentemente olvidada hoy:

Proverbios 13:20
El que anda con sabios, sabio será; Mas el que se junta con necios será quebrantado.

La idea de una “generación Gap” nació de una nació de la generación pagana en contra de Dios de los años 60 y ahora ha sido completamente adoptada por la mayoría de las iglesias. La idea de que los jóvenes deben estar con otros jóvenes es una contradicción directa a las Escrituras. Aunque algunos periodos de comunión supervisada con otros jóvenes puede ser agradable y beneficioso, las Escrituras por todos lados enseñan que los jóvenes cristianos necesitan estar con otros cristianos maduros de modo que ellos puedan aprender de sus experiencias y evitar las dificultades de la juventud y la ingenuidad.

De acuerdo con las Escrituras, la mayor influencia de tu vida debe ser tu madre y tu padre, siempre que ellos sean cristianos maduros y piadosos. Después de ellos, es el papel de los ancianos de la iglesia y de todos los miembros modelar la vida cristiana ante ti. En resumen, harías bien en rodearte con hombre y mujeres que progresen en santificación y cuya utilidad para Dios sea evidente.

Llegar a conocer no solo los cristianos piadosos de nuestro tiempo, sino también los santos de ayer a través de sus escritos y los escritos de otros acerca de ellos.

Huye de las Pasiones Juveniles

En Efesios 6:10-12 se te manda a estar firme contra Satanás. En Santiago 4:7 se te promete que si lo resistes, él huirá de ti. No obstante, en 2 Timoteo 2:22 se te manda a “huir de las pasiones juveniles”.
Es bastante asombroso que se te mande a ser fuerte, a estar firme, y a pelear contra los ángeles caídos, mientras que al mismo tiempo, se te manda a huir con temor de las lujurias juveniles.
Esto demuestra que las pasiones juveniles de tu carne y la incontrolada sensualidad de tu cultura es más peligrosa que una batalla cara a cara con Satanás. He conocido incontables cristianos jóvenes que han demostrado genuinas evidencias de conversión, y aun estando en una relación con el sexo opuesto, cayeron en inmoralidad. Los he visto memorizar la escritura, orar y aun ayunar para ser puro en su relación y aun así cayeron. ¿Por qué?

Porque ellos no entendieron que todas las disciplinas espirituales en Las Escrituras no podrían librarlos de las pasiones juveniles. Ellos trataron de dar la batalla cuando Dios les mandó a que huyeran. Para resumir: Tú no puedes estar solo en una relación con el sexo opuesto por un periodo de tiempo extenso sin caer. Por lo tanto, nunca deberían estar solos y juntos en casa, el carro o algún otro lugar donde la lujuria pueda ser atractiva y el fracaso ocurrir.

Entregate para Propositos Nobles

Veo jóvenes cristianos en la universidad que desperdician su tiempo jugando video juegos y frecuentando centros comerciales y tiendas de películas. ¡Ellos se deberían estar entregando a propósitos nobles! Tú fuiste creado para entregarte para tales fines. Tú fuiste adoptado en una familia real y las acciones reales te están esperando. Rechaza el entretenimiento gratuito de este siglo (este mundo) y entrégate a la voluntad de Dios. Las Escrituras declaran en

2 Timoteo 2:10-21
Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles.
Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.

¿Te gustaría ser un vaso de honor y ser usado para nobles propósitos? ¿Desearías ser un instrumento en las manos del Maestro? Entonces límpiate de los juegos necios de los chicos pequeños y las chicas vanas, y convierte en el hombre o la mujer a la que fuiste llamada. Creo que fue A. W. Tozer quien dijo que en la tumba de América deberían estar escritas las palabras “Se entretuvieron ellos mismos hasta la muerte”. Este es un epitafio patético comparado a lo que se dijo sobre el Rey David:

“Sirvió a los propósitos de Dios en su propia generación, durmió con sus padres…”

¿Qué legado quieres dejar? ¿Qué tallaran en tu lápida? Más importante aun, ¿Qué declarará Dios sobre tu vida en el Gran Día del Juicio Final que nos espera? Quiera Dios tener misericordia de ti y concederte gracia para superar el carácter y las obras del que te escribe esta carta.

Tu hermano,
Paul David Washer

ESCUCHA LOS TAMBORES!!



Por Redford Tramell
Originalmente publicado en la Revista HeartCry, volumen 13, dicienbre/enero del 1999.


Redford y Elizabeth Tramel, han sido misioneros en Perú la mayor parte de sus vidas. Charo y yo los tenemos como amigos y consejeros. El siguiente artículo apareció en el último boletín que publicaron. Conociendo los años de servicios en el campo misionero y la inusual dedicación de ellos al Reino y a la cosecha, queremos publicar esto para tu edificación. Por favor lee estas palabras como las que vienen de un hombre y una mujer que han dado sus vidas enteras en la batalla en el misiones en el extranjero. –Paul Washer

¿Por qué tanto esfuerzo misionero “extranjero”? Extranjero está en paréntesis porque no es extranjero para Dios y no lo debería ser para nosotros. También, Dios ha traído el campo misionero “extranjero” a los Estados Unidos con los millones de extranjeros que hay aquí de cada nación del mundo, aun de las más cerrados y menos evangelizadas naciones del mundo como Corea del Norte, Laos, Maldivas, Irán, etc.

Aunque la necesidad física y emocional de esos países que están en vía de desarrollo no es la principal razón de las misiones “extranjeras”, a nosotros nos importa la pobreza y el sufrimiento que cientos de millones están experimentando. Y nosotros somos tocados por los millones que están siendo oprimidos por los gobernantes despiadados y la perversa mayoría.

Nos lastima saber de miles que cada año son capturados y vendidos como esclavos, y comprados por crueles dueños de esclavos, y de padres vendiendo a sus hijas para ser llevadas a las ciudades a prostituirse. Intentamos imaginar la ignorancia y formas cercanas a la “era de piedra” de esos que no han sido tocados por la “civilización”. Tratamos de sentir los sentimientos, miedos y dificultades de esos que viven en tribus aisladas. Sabemos que Dios conoce y tiene cuidado. Y esas necesidades deberían tocar nuestros corazones y movernos con compasión cristiana.

Cristo “tuvo compasión de las multitudes” (Mateo 9:36). Nosotros que hemos recibido al Señor Jesús como Salvador podemos amar a los extranjeros con el amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo (Romanos 5:5). Nos damos cuenta que Cristo nos tendría para aliviar el sufrimiento mientras evangelizamos. Sin embargo, la necesidad física y emocional NO ES LA PRINCIPAL RAZON de las misiones “extranjeras”: Tres de las mayores razones para las misiones son:

Primero:
Debemos obedecer a nuestro Señor y Salvador Jesucristo quien nos mandó a tomar las buenas noticias de salvación “a cada criatura”. (Marcos 16:15), “hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8), y “a cada grupo étnico” (Mateo 28:19). Debemos obedecer porque Él es el Señor, y “todos nosotros comparezcamos delante del tribunal del Cristo para que cada uno reciba según lo que hubiere hecho… (2 Corintios 5:10). Él nos mandó a hacer esto porque es muy importante para Él que esto sea hecho.

“Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti… el único Dios verdadero y a Jesucristo, a quien haz enviado.” (Juan 17:3). Él conoce a cada persona de la tierra y tiene cuidado de ella.

Conocer al Señor, adorarlo y servirle son las Razones por las cuales Él nos puso a todos nosotros en el mundo. Él nos mandó a estar profundamente envueltos ofrecer Su mensaje “hasta lo último de la tierra”. Cada uno de nosotros está decidiendo obedecer o no… La obediencia parcial no es obediencia.

Segundo:
Debemos tomar el evangelio de salvación “hasta lo último de la tierra” porque la necesidad de salvación que cada persona tiene, es la mayor necesidad. Si una persona va al infierno es la peor cosa que le puede ocurrir a tal personas. La condición más importante de toda persona es si va al cielo o al infierno, si ha recibido a Cristo Jesús como Salvador o no. El perdón de los pecado, ser aceptado por Dios en esta vida e ir gozar de Su presencia, son las cosas más importantes de la vida.

Muchos estamos preocupados por las personas que claman ser cristianos pero difícilmente actúan como tal. Pero casi un billón de hindús, 700 millones de budistas, millones de Animistas, y cientos de millones de otras personas ni siquiera claman haber recibido a Cristo como Salvador. Ellos claramente dicen: ¡No, no creo en Jesucristo! O “No sé quién es él”. Su más importante necesidad es oír sobe Cristo, recibirlo como su Salvador y ser salvados de la condenación (Juan 3:18).

El Dios de la Biblia es el único Creador del universo, y nuestro Señor Jesucristo es el único Salvador-Cristo-Mesías (1 Timoteo 2:5). La pregunta es: “¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído?” (Romanos 10:11).

Tercero:
La necesidad es tan grande que cada cristiano es necesario para expandir el evangelio. El mundo es enorme (Cada persona del mundo podría estar a 12,000 millas de cada persona). Hay 21,000 lenguajes y grupos culturales. Hay casi 7 billones de personas en el mundo (el 95% vive fuera de los Estados Unidos). Él ha entregado a los cristianos la responsabilidad de llevar el mensaje de Cristo y la salvación a todos.

El trabajo es tan enorme que ningún cristiano está exento de hacer su parte. Ninguno puede decir, “Yo no soy necesario. Que lo hagan otros.” Entonces, ¿por qué esto no ha sido cumplido en los casi 2000 años desde que nuestro Señor dio el mandamiento? Muchos cristianos no han hecho su parte. Si cada persona que verdaderamente ha recibido a Jesucristo como su Salvador se comportara como debiera, llevara el evangelio tan lejos como pueda, y diera todo cuanto pudiera, el trabajo seria cumplido.

Si cada uno diera para las misiones solo un porciento más del pago que lleva a su casa, habría más que suficiente para pagar los costos de alcanzar cada tribu y nación “hasta lo último de la tierra”. Y si cada uno de nosotros actuara, diera e hiciera lo que razonablemente somos capaces de hacer, según la voluntad de Dios para cada uno, la Gran Comisión podría ser cumplida en unos años.

Cada grupo étnico no alcanzado, cada aldea no alcanzada, cada persona no alcanzada es una prueba de la frialdad y desobediencia de la mayoría del pueblo de Señor.
¿Te importa eso? ¿Cuánto te importe? ¿Vas a obedecer? ¿Podrías interceder más en oración, predicar el evangelio a más personas, dar más para las misiones? ¿Es el Señor Jesucristo el Señor de tu vida, ambiciones y decisiones? ¿Estas tu sirviendo al Señor Jesucristo como Él te ha ordenado?

Oramos para que el Señor pueda decir un día de ti: “Bien, buen siervo fiel”. (Mateo 25:21). ¿Es aplicable a tu vida el texto de Lucas 6:46: “¿Por qué me llamas Señor y no haces lo que yo digo?”? ¿Orarás ahora y diariamente: “Señor, quiero hacer tu voluntad, quiero obedecer, quiero hacer mi parte; por favor, muéstrame tu voluntad y dame al fe y la fortaleza para hacerla”? Oramos para que tu “que estéis firmes, perfectos y completamente seguros en toda la voluntad de Dios.” (Colosenses 4:12).

- Redford y Elizabeth Tramell

Santificado sea Tu Nombre.
Venga Tu Reino.
Sea hecha tu voluntad,
Como en el cielo,
Así también en la tierra. AMEN

¡¡DIGNO ES EL CORDERO!!



Por Paul Washer
Originalmente publicado en la Revista HeartCry, volumen 46, noviembre/diciembre del 2005.

Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Y vi a un fuerte ángel que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y de desatar sus sellos? Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro ni mirar su contenido. Y yo lloraba mucho, porque nadie había sido hallado digno de abrir el libro ni de mirar su contenido.

- Apocalipsis 5:1-4

El apóstol Juan ve un trono y a Uno sentado sobre el trono con un libro en Su mano derecha. Note cuan poco Juan vio sobre El que estaba sentado. Hay un propósito en su silencio. ¿Cómo puede Dios ser descrito sin disminuir Su gloria de alguna manera y traer deshonra a Su nombre? La mente del hombre no puede comprenderlo y el lenguaje de los hombres no puede comunicar aun lo poco que el hombre puede comprender.

Las cosas escritas en estos pocos versículos y los que siguen, parecen indicar que el libro que Juan vio, contiene la revelación del propósito de Dios y Su plan para toda la historia: pasada, presente y futura.
El rollo está escrito por dentro y por fuera, indicando que es voluminoso y completo; cada detalle de la historia es encontrado en el rollo. Es la posesión de Dios, indicando que Él es el autor de éste. Él sostiene el rollo en Su mano derecha, la cual a través de las Escrituras comunica autoridad y poder.

Las cosas escritas en el libro son magníficas certezas de Su providencia.

Ellas serán cumplidas al pie de la letra: cada jota y desde pequeña A hasta la Z. El poder y la sabiduría de Dios son ciertamente revelados aquí. Cada aspecto del esfuerzo humano, desde el más grande evento histórico hasta el más mínimo movimiento del dedo de un bebé, es conocido de antemano y ordenado por Dios. ¡Esto de por sí es suficiente para movernos a reverenciar y adorar a Dios!

Los pensamientos de Juan son prontamente interrumpidos por la alta voz de un fuerte ángel que hace una pregunta que pronto llevaría a Juan a las lagrimas: “¿Quién es digno de abrir el libro?” La voz es grande, de modo que ésta puede llegar a los oídos de toda criatura en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra.

“¿Quién es digno, quien esta cualificado, quien es capaz de dar a conocer el propósito y plan de Dios y de llevarlos a cabo con absoluta perfección?”.

El mero hecho de que el ángel hiciera esta pregunta y no hubiera respuesta al llamado, demuestra que ni aun la más poderosa y santa de las criaturas de Dios es digna de tomar la tarea en cuestión. Toda la historia se vuelca sobre una sola necesidad: la redención; y un sólo evento donde el pago por el pecado sea hecho y la justicia satisfecha: la cruz. ¿Cuál criatura en los cielos o en la tierra es digna y capaz de vivir una vida perfecta en la carne de una humanidad caída; de tomar el pecado sobre sí y aun no pecar; de cargar con la ira de Dios y sobrevivir; y de pagar por los pecados de muchos con una vida de infinito valor? La totalidad de la creación de Dios debe inclinarse ante Dios y reconocer que no se encuentra ninguno en este reino con tales cualidades. El más grandioso ángel en los cielos, declara: “No nos mires a nosotros”. El más eminente de los reyes, el más consagrado de los sacerdotes, el más sabio de los profetas y sabios rasgan sus vestiduras y exclaman: “No nos mires a nosotros”. Los más poderosos de los que han muerto, cuyas obras están grabadas en los anales de la historia, gritan desde abajo de la tierra: “No nos mires a nosotros”. ¿Cuál criatura en los cielos, en la tierra o el infierno se atrevería a acercarse al trono de Dios y tomar cualquier cosa de Su mano?

Al no ver respuesta de las grandes y más santas criaturas, el apóstol Juan lloraba mucho. La palabra traducida “llorar” viene de la palabra Griega “klaío” la cual comunica dolor y aflicción; es un lloro como uno que llora por la muerte de alguien. Juan literalmente “rompió en lagrimas”. El rollo tenia las llaves de la redención del hombre pero aun nadie entre las criaturas de Dios fue hallado digno de abrirlo o ejecutarlo. Simón Kistemaker escribe: “La maldición de Dios seguiría sobre el resto de la pecadora humanidad, la creación no sería librada de la esclavitud de la corrupción (Romanos 8:21), y el sufrimiento sería interminablemente. (NTC, Apocalipsis, p.204). Juan rompió en lloro.

Entonces uno de los ancianos me dijo: No llores; he aquí, el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos. Miré, y vi entre el trono (con los cuatro seres vivientes) y los ancianos, a un Cordero, de pie, como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. – Apocalipsis 5:5-7

Antes de que el corazón del profeta y su esperanza estuviera perdida sin posibilidad de recobrarse, su llanto es detenido por uno de los ancianos que está al tanto de un conocimiento que pronto cambiaría la tristeza de Juan en gozo. El anciano manda a Juan a que dirija sus ojos hacia el Cordero. El mandato del anciano “He aquí”, es una maravillosa transición y un mandato para ser obedecido por todos los hombres en toda circunstancia. No hay esperanza que se pueda encontrar en la más poderosa y noble de los seres creados, pero una mirada al Cordero que fue sacrificado, puede restaurar las ruinas de la esperanza demolida. El anciano describe al Cristo glorificado como “El León”. Jacob se refirió a Judá como un “Cachorro de León” y profetizo que de él vendría el Mesías a quien las naciones obedecerían. (Génesis 49:9-10). Albert Barnes escribió: “El león es el rey de los animales, el monarca de la selva, y así se convierte en el emblema de la autoridad y poder de un rey. (BN, Apocalipsis, p.123). Tal designación comunica no solo autoridad y poder, sino ferocidad y peligro. El Cristo de las Escrituras no es el Cristo domesticado de la Cristiandad contemporánea de América. Juan no intenta quitarle las garras.

La segunda designación usada por el anciano para describir al Cristo glorificado, es “La raíz de David”.
Él es retratado como un guerrero de Dios como David, quien ha vencido a todos los obstáculos y conquistado a todos sus enemigos. El profeta Isaías se refirió al Mesías como el “tronco o la raíz de Isaí”. (Isaías 11:1, 10) y Jeremías se refirió a Él como el “renuevo justo de David”. (Jeremías 33:15). Estas descripciones indican que el Mesías sería de la línea real de David. Él sería como David, y sin embargo, mucho más grande que David, y Él es a quien David llama Señor. (Mateo 22:45).

Otra vez vemos la fragilidad de la humanidad, y la grandeza de Cristo. La línea de David no estaba sino perdida. Estaba como un árbol caído con sólo un tronco restante y sin vida, pero el Mesías salió como un renuevo, llevando gran fruto. El anciano señala a Juan, al Hijo de David con corazón de león, y no dice sino una cosa: “¡Ha vencido!”. El Mesías Dios-hombre ha ganado el derecho de tomar el libro de la mano derecha de Dios porque a través de la cruz, Él peleo una batalla de proporciones titánicas y salió Vencedor. Él se ofreció a sí mismo a Dios como un sacrificio expiatorio y quitó el pecado de Su pueblo de una vez por todas. A la vez, también triunfó sobre la muerte y el diablo, quien tenía el imperio de ésta (Hebreos 2:14). Carlos Spurgeon escribió:

“Nuestro campeón es digno. ¡Que batalla ha peleado! ¡Que proezas de proezas ha ejecutado!
¡Él ha derrocado el pecado; Él ha vencido en el desierto; ay, ¡Él ha conquistado la muerte!, ha esquilado al león en su guarida; ha entrado al calabozo que es sepulcro, y ha derrumbado sus murallas! Por lo cual, Él era digno, en el sentido de valor, de volver del país lejano para heredar como el glorioso Hijo del Padre, héroe de los cielos, y para tomar el libro y abrir sus sellos. (MTP, Vol.35, p.388).

La referencia a Jesucristo como “un Cordero estando como inmolado o sacrificado es poderosa.
Simón Kistemaker escribió: “Esto significa un cuerpo que ha sido cortado en piezas pero que ha sido sanado y es capaz de estar en pie. Las marcas de Sus herida todavía son visibles, como lo estaban cuando se le dijo a Tomás que mirara a las manos de Jesús y tocara la cicatriz en su costado. (NTC; Apocalipsis, p.206). La imagen no es la de un cordero apenas capaz de estar parado, sino de la un poderoso campeón, quien aunque cargando las terribles cicatrices de la batalla, permanece lleno de fortaleza divida.

El Cordero permanece en pie en el medio o el centro del trono. Él lleva las marcas de una tremenda batalla con la muerte, y aún permanece triunfante. El triple uso del siete representa lo completo y la perfección. Los siete cuernos del Cordero representan Su absoluto poder y soberanía. Toda la autoridad ha sido dada a Él en los cielos y en la tierra (Mateo 28:18). Los siete ojos comunican que Él lo ve todo y posee un perfecto e inmediato conocimiento de todas las cosas. Nada escapa a su conocimiento (1 Corintios 4:5). Los siete ojos son identificados como los siete Espíritus de Dios enviados por toda la tierra. De nuevo, el número siete se refiere a lo completo o pleno del Espíritu. El Cordero está presente en el trono de Dios, ha enviado al Espíritu (en toda Su plenitud) hasta los últimos confines de la tierra para observar todas las cosas y operar en todas las cosas conforme a Su voluntad. Este mismo Espíritu ha sido enviado por el Cordero para reunir a un pueblo de cada tribu y lengua y pueblo y nación, y para capacitarlos para servirle.

Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; cada uno tenía un arpa y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos. Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la tierra. Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos; y el número de ellos era miríadas de miríadas, y millares de millares, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado digno es de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza. Y a toda cosa creada que está en el cielo, sobre la tierra, debajo de la tierra y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay , oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Y los cuatro seres vivientes decían: Amén. Y los ancianos se postraron y adoraron. - Apocalipsis 5:8-14

Lo que la más poderosas de la criaturas de los cielos o de la tierra no se atrevería ni siquiera a intentar, el Cordero lo cumplió. Él no solo tomó el libro, sino que Dios se lo dio. Dios el Padre, confió el curso entero de la historia al Hijo, el gran Mesías, nuestro Salvador.

La toma del libro, del Cordero, es inmediatamente seguida por una erupción de adoración. Viene de cuatro fuentes, las cuales corren juntas y forman un poderoso rio de alabanza: los cuatro seres vivientes, los ancianos, los ángeles y el resto de la creación. Los cuatro seres vivientes son poderosos y misteriosos seres angelicales cuya gran proximidad al trono comunica su santidad y poder.

Los ancianos muy probablemente representan, o son representantes reales de los redimidos.
En Apocalipsis 4:4, los ancianos son descritos “vestidos de ropas blancas; y tenían sobre sus cabezas coronas de oro. En apocalipsis 3:5, las ropas blancas son prometidas a los creyentes que venzan, y en apocalipsis 7:14 estas ropas son emblanquecidas en la sangre del Cordero. Los ancianos llevan coronas de oro en sus cabezas como un signo de su autoridad. Tales coronas y autoridad son prometidas a los creyentes a través del libro de Apocalipsis (3:21, 5:10; 20:4, 6; 22:5), pero nunca son prometidas a los ángeles.

Los ángeles quienes también rinden adoración al Cordero, fueron creados para ministrar a Dios (Salmos 104:4; Hebreos 1:7) y para servir a Su pueblo (Hebreos 1:7, 14). Ellos son dispuestos y gozosos espectadores de la gracia dada a los redimidos (1 Pedro 1:12). Ellos adoran al Cordero por las grandes cosas que Él ha hecho por los hombres.

El último grupo mencionado incluye al resto de la creación. Ninguna criatura es dejada fuera de este coro de adoración dirigida al Cordero. Parece mejor no limitar este grupo a sólo criaturas inteligentes. Debido a que todas las criaturas han sido sujetadas a vanidad como un resultado de la caída, y todas las criaturas están esperando su liberación, (Romanos 8:19-22), parce lógico que “todas las cosas creadas” se refiere al total de la creación: animada y no animada, inteligente e instintiva. Toda cosa creada en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra servirá de alguna manera para adorar al Cordero: las aves de los cielos, las bestias del campo, y los monstruos de las profundidades romperán en alabanza. Uno no puede dejar de pensar en los muchos pasajes en el Antiguo Testamento que se presentan a Dios recibiendo adoración de todas las cosas: estrellas, arboles, montañas, animales, etc.

La adoración ofrecida al Cordero es descrita como una “Nueva Canción” y, por lo tanto, no puede éste no puede haber sido cantada, sino hasta que Él terminara Su obra redentora. Según esta canción, el Cordero es digno de tomar el libro, porque Él fue inmolado y compró hombres con Su sangre. Albert Barnes escribe:

“Por su venida y Su muerte, Él tiene el derecho de acercarse donde ningún otro se acercaría, y de hacer lo que ningún otro haría.”

Aunque el Cordero es digno de todas formas y por un infinito numero de razones, es Su ser inmolado, por la redención de Su pueblo, lo que aquí constituye Su dignidad para tomar el rollo de la misma mano de Dios.

Antes de que sigamos avanzando, es importante notar a quien fue hecho el pago para que los hombres puedan ser comprados para Dios. Hay aquellos que erróneamente creen que Cristo dio Su vida como un rescate a Satanás, quien tenía al pueblo de Dios cautivo; tal pensamiento no sólo es no bíblico, sino que bordea en la blasfemia. Las Escrituras claramente enseñan que Cristo dio Su vida como el pago por el pecado de Su pueblo y para satisfacer la justicia de Dios. Es primariamente de la justa condenación de la Ley que el pueblo de Dios ha sido redimido.

El resultado de tal redención es la liberación del poder del pecado. El gran problema de las Escrituras es “¿Cómo puede un Dios justo perdonar a hombres pecadores?” Dios no puede actuar de una manera que contradiga quien Él es. Él debe actuar de una manera que sea consistente con todos Sus Atributos. Como el justo “Juez de toda la tierra”, Él debe actuar según las estrictas reglas de la justicia. Él debe absolver al inocente y condenar al culpable. Si Él simplemente perdonara al culpable y no castigara cada infracción de la Ley y cada acto de desobediencia, entonces Él dejaría de ser justo y bueno.

¿Cómo, entonces, puede Dios ser justo y al mismo tiempo, mostrar misericordia a esos que merecen la condenación? La única manera para Cristo, fue ofrecerse a Sí mismo como una propiciación por los pecados de Su pueblo, un sacrificio que quitaría el pecado, satisfaría la justicia divina, apaciguaría la ira de Dios, y abriría el camino a la misericordia divina para que ésta sea mostrada al culpable. La lógica detrás del sufrimiento y la muerte del Cordero es evidente: El hombre ha pecado y la paga del pecado es muerte. Dios es justo y por lo tanto, las demandas de Su Ley deben ser satisfechas antes de que el culpable pueda ser perdonado. El pueblo de Dios es salvado porque el Cordero cargó con la culpa de sus pecados y fue aplastado bajo la ira del juicio de Dios. Él tomó su lugar, cargó sus pecados, y sufrió la ira de Dios en lugar de ellos. Los beneficios recibidos de la obra redentora del Cordero están resumidos en el versículo 10:

“Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos en la tierra.”

Hay tres privilegios específicos descritos en esta frase:
Primero, los redimidos han sido hechos ciudadanos del Reino de Cristo. Si el carácter de un reino es determinado por el carácter de su rey, entonces es un privilegio indescriptible simplemente el que se le permita a alguien habitar en el reino de la tierra de Emanuel. Segundo, los redimidos han sido hechos sacerdotes y se les ha concedido el grandioso privilegio de ministrar ante Dios y en Su nombre. Tercero, a los redimidos se les ha concedido la autoridad de reinar como reyes en la tierra. Los mansos no sólo recibirán la tierra en heredad, sino que también reinarán sobre ella. Mathew Henry escribió:

“Cada esclavo rescatado no es inmediatamente privilegiado con el honor, él piensa que es un gran favor el que su libertad haya sido restaurada. Pero cuando los elegidos de Dios fueron esclavizados por el pecado y Satanás, Cristo no sólo compro su libertad, sino también el más grande honor y privilegio. (CMH, Vol.6, p.1142).

Los cuatro seres vivientes y los ancianos que son vistos alrededor del trono, son descritos por Juan como “millones y millones”. Juan no intenta darnos un numero exactor, sino que Él está buscando describir esta vasta multitud de criaturas celestiales que no puede ser contada excepto por Aquel que las creo. Este coro celestial es tan innumerable como las estrellas de los cielos. Fue creado para bendecir al Cordero y declarar Su dignidad:

“El Cordero que fue inmolado digno es de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la alabanza.”

Aunque los ángeles no tienen necesidad de redención, eso no significa que estén desinteresados.
Ellos anhelan mirar las cosas que Dios ha hecho por Su pueblo redimido y lo adoran por esto. (1 Pedro 1:12). Ellos están intensamente interesados en la redención del pueblo de Dios, y por esto, son llevados a un mayor entendimiento de Dios, de Su misericordia y de Su gracia (Efesios 2:7; 3:10). Debemos siempre mantener en mente que los sufrimientos del Cordero no es sólo el medio por el cual hombres pecadores son redimidos, sino que también es la mayor revelación de Dios a Su creación. Los ángeles declaran en su adoración del Cordero, que Él es digno de recibir “el poder y las riquezas, la sabiduría y la fortaleza, el honor y la bendición que ha sido y será conferida sobre Él, por el Padre. Ha habido muchos a través de las edades que se han burlado del Cordero, que han rechazado el darle gloria, y aun vanamente han querido quitarle Su gloria, pero los redimidos están eufóricos con la exaltación del Cordero.

A raíz de las canciones cantadas por los cuatro seres vivientes, los ancianos, y los innumerables ángeles, otra canción emerge. Y emana de todas las otras criaturas en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra.
Simón Kistemaker escribió:

“Todos los seres inteligentes del universo que Dios creó, cantan Su alabanza: los santos y los ángeles en los cielos, las aves en el aire, el pueblo de Dios en la tierra, y todos los seres vivos en el mar y en la tierra. El sobrecogedor coro de todas estas voces, en alabanza a Dios y al Cordero, desafía la imaginación humana. Dios es el rey de la creación, quien delegó el trabajo de creación y redención a Su hijo. Al Dios recibir tributo de Sus criaturas, el Cordero también recibe tributo, porque Él ha completado la tarea que Dios le asignó. (NTC, Apocalipsis, p.212).

La adoración termina con una bendición dirigida a Aquel que está sentado en el trono y al Cordero:

“Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos.”

Esta bendición demuestra que la obra de redención del Hijo estaba en perfecta armonía con el Padre desde el mismo principio. Porque de tal manera amó Dios que envió, y el Hijo de tal manera amó, que obedeció. La redención del pueblo de Dios es un exquisito trabajo de la deidad por el cual los redimidos se postran, los ángeles claman, la creación canta y los cuatro seres vivientes dan su poderosa afirmación: ¡Amen! Todos los cielos gritan: “No a nosotros, SEÑOR, no a nosotros, sino a Tu nombre da gloria” (Salmos 115:1).

Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos. Y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y alrededor de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, y cayeron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: ¡Amén! La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. Y uno de los ancianos habló diciéndome: Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido? Y yo le respondí: Señor mío, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que vienen de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. -Apocalipsis 7:9-14

¿Quién es esta multitud que adora a Dios y al Cordero? Ellos son el número completo de los redimidos de cada tribu, nación, pueblo y lengua. Ellos son los seguidores de Cristo a través de la historia y hasta el fin del mundo, quienes han sufrido la tribulación y las pruebas de este mundo caído. Albert Barnes escribió:

“Los ojos son dirigidos a una innumerable multitud, procedente de todas las edades, todos los tiempos, y todo el pueblo, triunfante en gloria… [Es] toda la hueste de los redimidos reunidos en el cielo, allí reunidos como vencedores, con palmas (símbolos de triunfo) en sus manos. El objetivo de la visión es animar a aquellos que están abatidos: en tiempos de decadencia, en periodos de persecución y cuando el numero de los verdaderos cristiano parezca ser pequeño; con la seguridad de que una inmensa multitud será redimida de todo el mundo, y será reunida triunfante ante el trono de Dios.”

Su número es más de lo que un hombre puede contar, y aun así Dios y el Cordero los conocen a cada uno por nombre. Esta es una imagen de ese gran día el cual cada cristiano espera. Un día cuando cada uno de los redimidos estará en pie ante Dios y el Cordero y ofrecerá un perfecto sacrificio de alabanza. Ésta es la completa recompensa del Cordero. En el Salmo 2:8, Dios prometió que le daría naciones al Mesías como una herencia:

“Pídeme, y te daré las naciones como herencia tuya, y como posesión tuya los confines de la tierra.

En Apocalipsis 7:9, la promesa está cumplida. La obediencia de las naciones es dada ahora al Cordero. Todos los santos a través de la historia y de cada parte del mundo cantan de común acuerdo. La maldición de Babel ha sido revertida, y las naciones claman a una voz en perfecta armonía.

La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.

Los santos son vestidos con ropas que han sido emblanquecidas en la sangre del Cordero. Ellos no están aquí rogando por su propia salvación o porque Dios mismo sea asegurado en el trono, sino que ellos están atribuyendo la salvación como obra exclusiva suya. Como el profeta Jonás escribió:

“¡La salvación pertenece a Jehová!” (Jonás 2:9).

Otra vez, Albert Barnes escribe:

Esto indudablemente será la canción de los libertados, por siempre, y todos los que alcancen el mundo celestial sentirán que ellos deben su liberación de la muerte eterna y su admisión a la gloria, totalmente a Él… El significado justo es, todo lo que está incluido en la palabra salvación será debido sólo a Dios ( la liberación del pecado, el peligro y la muerte, el triunfo sobre cada enemigo, la resurrección de la tumba, el rescate del fuego eterno, la admisión a un cielo santo). La victoria en todas estas cosas que la palabra salvación implica, será debido sólo a Dios. (BN, Apocalipsis, p.184).

Estos pasajes de las Escrituras que hemos considerado en este artículo describen lo que es la gran esperanza y el anhelo de todos los que alguna vez han mirado a los campos blancos para la cosecha. Los obreros son pocos y están dispersos, y la obra parece moverse a un ritmo intolerablemente lento. Sin embargo, tenemos la gran seguridad de la Palabra de Dios, de que una multitud que no puede ser contada será reunida y que el Cordero que fue inmolado será recompensado por Sus sufrimientos. Quiera Dios concedernos la gracia para darnos a nosotros mismo a éste, el mayor de todos los esfuerzos: ¡Digno es el Cordero!

¿QUIÉN HABLA POR DIOS?




Por Paul Washer


Originalmente publicado en la Revista HeartCry, volumen 1, septiembre del 1997.

Hoy se dicen muchas cosas sobre Dios, pero, ¿Qué tanto de todo lo que se dice es verdad? ¿Quién habla de parte de Dios? ¿Es la televisión cristiana con todo ese resplandor, brillo y ruido? ¿Es el evangelista #1 con “su palabra de Dios, grandes declaraciones poder y poca necesidad por la leche tal como se encuentra en la Biblia? ¿Es el pastor de la mega-iglesia que idea un plan de hacer una Iglesia tan informal y desalarmante que las multitudes vayan sin temor de se les requiera que cambien? ¿Es el consejero cristiano que parece conocer más de Freud que de Cristo y sus Apóstoles?

El Cristianismo en América se ha convertido en algo no muy diferente a un circo, donde las celebridades cristianas son como vendedores de boletas llamando nuestra atención para que nos paremos y compremos una boleta al “mayor espectáculo de la tierra”. Demasiados llamándonos a ponerles atención, demasiados reclamando tener una palabra de Dios, pero, ¿Quién tiene la Palabra de Dios? La respuesta es simplemente esta: Nadie. La Palabra de Dios no se encuentra en un hombre, un movimiento o una iglesia. Una palabra de Dios es encontrada solo en la Palabra de Dios: La Biblia.

Pero tú me podrías decir: Nosotros llevamos Biblias con nosotros, nosotros citamos de la Biblia, nosotros usamos nuestras biblias, así que, ¿Cuál es el problema? Mi amigo, la Biblia no es para ser usada, es para ser estudiada y para someternos a ella. Muchos sermones y creencias de hoy usan suficiente Biblia solo para justificar sus experiencias y opiniones.
Cuando el Cristianismo es verdaderamente saludable la Biblia determina cual de nuestras experiencias puede ser justificada y cual no.

El hombre que verdaderamente habla de parte de Dios no se conoce por su griterío ni por sus visiones ni por sus sueños ni milagros ni palabra de Dios, sino que se conoce por su fiel estudio de la Escritura, su fiel sumisión a la Escritura y su fiel exposición de la Escritura, de modo que el rebaño de Dios pueda ser alimentado.
¿Te has dado cuenta que mucho de lo que es enseñado hoy esta basado en experiencias, sentimiento y supuestas palabras de Dios, que son recibidas a través de caminos milagrosos como son sueños, visiones y voces interiores?

“He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el este discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán”. (Amos 8:11-12)

¿Haz notado que mucho de lo que es enseñado hoy está basado en los últimos libros de nuestros “predicadores del momento”, expertos en “igle-crecimiento” (crecimiento de la iglesia) y otras celebridades cristianas?

El otro día visite una librería cristiana bien grande, cerca de una de las más grandes organizaciones cristianas del mundo. Había innumerables estanterías conteniendo miles de volúmenes de auto-ayuda, psicología cristiana y consejería: ¡10 pasos hacia una vida mejor, finanzas, novelas, poesía y música! Pero para mi consternación, solo dos pequeñas estanterías estaban dedicadas al estudio y la interpretación de la Palabra de Dios.

Todo esto me recuerda las palabras del profeta Amos:

“11 He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová. 12 E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el este discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán”. (Amos 8:11-12).

¿No parece esto ser una cercana descripción del cristianismo contemporáneo? La Iglesia y los cristianos alrededor de nosotros parecen estar cayendo en esto. Los cristianos corren hacia y a través del país por medio de aviones, buscando una “palabra” de Dios, una nueva revelación que resolverá sus problemas, un nuevo maestro que dará todas las respuestas, precisamente de la manera que ellos la quieren oír. Esto nos recuerda otro texto de la Escritura:

“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán muchos maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fabulas.”
(2 Timoteo 4:3-4).

¿Cuál fue la receta de Pablo cuando tal terrible mal sobreviniera a la Iglesia? Simplemente esta:

¡Predica la Palabra, insta a tiempo y fuera de tiempo; refuta, reprende, estimula con toda paciencia y doctrina!

Por esta importante razón, este primer volumen de HeartCry esta dedicado a la interpretación y el estudio de la Palabra de Dios. Estudiaremos 13 Principios de interpretación y luego miraremos el adulterio que podemos hacer a la Palabra de Dios al apartarnos del texto escrito de la Biblia al contexto personal de nuestras vidas.

No estaremos buscando nuevas palabras de Dios, rápidas soluciones para viejos problemas o cosas que hacen que nuestras emociones salten de gozo. Estaremos buscando interpretar correctamente la Palabra escrita de Dios y para someter nuestras vidas a esta, en obediencia y devoción. Se que esto no suena tan tentador comparado a las grandes declaraciones de otras voces tan frecuentemente oídas en la Cristiandad de hoy, pero recuerda

Que nuestro “comezón de oír” quiere escuchar aquello que no siempre es lo mejor y que lo que hace que nuestra carne sienta “hormigueo” con excitación y baile de jubilo no siempre es la obra de Dios.

COMPRENDIENDO LA GRAVEDAD DEL PECADO



Por Paul Washer
Originalmente publicado en la Revista HeartCry, volumen 61, mayo/junio del 2009.

El centro del Evangelio es la muerte de Cristo. Cristo murió por el pecado. Por lo tanto, no puede haber una proclamación del Evangelio, sin un trato bíblico del pecado; esto incluye explicar la horrible naturaleza del mismo y la presentación de los hombres como “pecadores”.

Soy consciente de que el tema del pecado no está de moda, incluso en algunos círculos evangélicos; sin embargo, cualquier consideración honesta de cómo la Escritura presenta la cultura contemporánea, demostrará que hay una necesidad de “comprender la gravedad del pecado.”

La necesidad de hablar claramente sobre el pecado es grande dado que vivimos en una generación que nació en pecado y está cautivada por éste.1 Somos un pueblo que bebe la iniquidad como agua2 y no puede discernir la condición caída que tiene, más de lo que un pez puede saber que está mojado. Debido a esto, debemos esforzarnos por redescubrir la visión bíblica del pecado y la pecaminosidad del hombre. Nuestra comprensión de Dios y del Evangelio depende de esto.

Como administradores del Evangelio de Jesucristo, no servimos a los hombres, tratando ligeramente con el pecado, tocando de lejos el tema, o evitándolo por completo. El hombre sólo tiene un problema: Están bajo la ira de Dios a causa de su pecado.3 Negar esto es negar una de las más fundamentales las doctrinas del cristianismo. ¡No es falta de amor decirles a los hombres que son pecadores, pero es la forma más grosera de la inmoralidad el no decírselos!

De hecho, Dios declara que su sangre será sobre nuestras manos, si no les advertimos de su pecado y del juicio venidero.4 Intentar predicar el Evangelio sin tratar el tema del pecado es como intentar sanar superficialmente la herida de un pueblo, diciendo: “Paz, paz,” cuando hay no es paz.5


El libro de romanos es lo más parecido a una teología sistemática que tenemos en las Escrituras. En esta carta, el Apóstol Pablo está estableciendo su doctrina ante la iglesia en Roma. Él busca prepararlos para su próxima visita y espera que se unan a él en su esfuerzo misionero en España.6 Es extremadamente importante notar que los tres primeros capítulos de esta carta, con la excepción de una breve introducción, están dedicado a la harmatología7 (la la doctrina del pecado). En tres capítulos, el apóstol trata con toda su capacidad y bajo la guía del Espíritu Santo con un gran propósito: ¡Demostrar el pecado del hombre y condenar al mundo entero!

Frecuentemente he oído a cristianos declarar que Dios no nos ha dado un ministerio de condenación ni de muerte, sino de justicia, reconciliación y vida8. Esto es muy cierto, pero esto no significa que no vamos a hablar mucho sobre el pecado, o usar las Escrituras para llevar a los hombres bajo la convicción del Espíritu Santo sobre su pecado. Es cierto que ya no hay ninguna condena “en Cristo Jesús” 9, pero no hay nada, sino condenación, fuera de Él.10


Las Escrituras nos dicen que la Ley no se ha dado como un medio de salvación, sino como un instrumento para exponer tanto la vileza del pecado (que el pecado es totalmente pecaminoso) 11 y el pecado del hombre (que todo el mundo será responsable de sus pecados cuando tenga que rendir cuentas a Dios). 12 Este ministerio de la Ley debe seguir siendo una parte esencial de nuestra proclamación del Evangelio. Los “viejos” predicadores lo llamaron “abrir la tierra endurecida” 13, “conversión de las rocas”, y “quitar el velo”.

Ellos vieron la necesidad exponer a los hombres al espejo de la Ley de Dios, para que puedan ver a su condición de indigencia y puedan clamar por misericordia. Por supuesto, esto no debe ser hecho con un espíritu de orgullo o arrogancia, y no estamos llamados a tratar con las personas ásperamente. Dios no nos ha llamado a ser un pueblo conflictivo u ofensivo, a pesar de que la verdad que predicamos con toda humildad, pueda ser bastante ofensiva.

El ministerio del Aposto Pablo no tuvo la condenación como su meta, pero hay un sentido real en el cual él trató de condenar a los hombres con la esperanza de que ellos puedan finalmente reconocer su ruina moral y volverse a Cristo en arrepentimiento y fe. En el libro de Romanos, Pablo primero se propone demostrar la corrupción moral de todo el mundo, su hostilidad hacia Dios, y su absoluto rechazo de someterse a las verdades que conoce.14 Entonces él vuelca su atención hacia los Judíos, y demuestra que, aunque bendecidos exclusivamente por el regalo de una revelación especial, es tan culpable ante Dios como los Gentiles.15 Finalmente, él concluye su argumento presentando una de las más directas y ofensivas acusaciones contra el hombre encontradas en Las Escrituras.16 ¿Cuál es su propósito? El apóstol nos lo dice en su argumento final:

“Para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios.”

Como Jeremías, Pablo fue llamado no sólo a “edificar y plantar”, sino también a “arrancar y destruir”, y para “arruinar y para derribar”18. El estaba, en sus propias palabras, “destruyendo especulaciones y todo razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios”19.

Bajo el ministerio del Espíritu Santo, y a través de las Escrituras, Pablo se esforzó por acabar con la esperanza del pagano moralista, el judío religioso y todos los que estén entre estos.

El escribió y predicó para cerrar la boca de los hombres para que nunca más se jactaran de su justicia propia o justificaran el pecado. Les cortó toda otra esperanza, para que puedan volverse sólo a Cristo.

¿Fue el apóstol Pablo un hombre enojado y amargo con un hacha dispuesto a moler la humanidad? ¡No! Él amó a la humanidad a tal punto que su vida fue derramada como una libación (ofrenda líquida) a favor de los Gentiles 20, e incluso quiso, él mismo, ser maldito, separado de Cristo por la causa de sus compatriotas los judíos21. Pablo predicó contra el pecado por la misma razón que los doctores trabajan para diagnosticar la enfermedad de su paciente y están dispuestos a decirle aun la peor de las noticias. Es una labor de amor para la salvación del oyente. Cualquier otro comportamiento del doctor o del predicador sería aborrecible e inmoral.

Sería bueno que en este momento nos preguntáramos si nuestra predicación del Evangelio tiene este propósito. ¿Amamos lo suficiente el enseñar la verdad, exponer el pecado, y confrontar a nuestros oyentes? ¿Poseemos una compasión bíblica que les dice a los hombres la verdad con la esperanza de que sus corazones sean quebrantados bajo el peso de su pecado y ellos puedan mirar sólo a Cristo? ¿Estamos dispuestos a coger el riesgo de ser malinterpretados o difamados con tal de que la verdad pueda ser dicha y los hombres puedan ser salvados?

Parece haber una convicción creciente, aun entre evangélicos, que el hombre contemporáneo de occidente ya está tan psicológicamente fracturado y cargado con la culpa, que no nos atrevemos a presionarlo más para no acabar con él. Este punto de vista falla al no darse cuenta que hay una tremenda diferencia entre una fractura psicológica y el arrepentimiento bíblico que lleva a la vida. El hombre moderno ha venido a tener el carácter débil que tiene porque es egocéntrico y vive en rebelión contra Dios. Esta cargado con culpa porque es culpable. Necesita la Palabra de Dios para que ésta exponga su pecado, y lo traiga al arrepentimiento. Sólo entonces, habrá un quebrantamiento bíblico que lleva a la vida.

Los tratos de Dios con la nación de Israel de nos provee un maravilloso ejemplo de esta verdad.

A través del profeta Isaías, Dios describe la condición de Israel:

¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. Isaías 22:5-6

La nación de Israel estaba tan fracturada y frágil como uno la podría imaginar; sin embargo, Dios trató con ellos para su propio bien al señalarles su rebelión y llamarlos al arrepentimiento. Él usó muchas “palabras duras” contra ellos 23, pero cada una fue necesaria para exponer sus pecados y para que se vuelvan de él. 24 Identificar un mal y exponer la seriedad de este, siempre es el primer paso hacia la cura. Un hombre que no tiene conocimiento de su cáncer no buscará medicina, y un hombre no huirá de una casa en llamas a menos que esté enterado del fuego.

Igualmente, un hombre no buscará salvación a menos que sepa que está completamente perdido, y no correrá a Cristo a menos que sepa que no hay otro medio de salvación.

A los hombres se les debe hablar de sus pecados para que ellos lo conozcan en realidad; ellos deben ser informados del peligro de éste antes de que huyan de él; y ellos deben estar convencidos de que la salvación se encuentra sólo en Cristo, antes de que ellos dejen atrás todas sus esperanza en su justicia propia y corran a Él.

Ocuparse arduamente del pecado ya ni es considerado una opción por la mayoría de la comunidad evangélica. Incluso parece haber un esfuerzo consciente por desaprobar tal predicación como negativa y destructiva. Parece que se resisten a exponer el pecado del pecador y, sin embargo, ese es el principal ministerio del Espíritu Santo:

Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.

9 De pecado, por cuanto no creen en mí;

10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más;

11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. 25

Según el Señor Jesucristo, el Espíritu Santo ha sido enviado al mundo para convencer a los hombres de pecado, de justicia y de juicio. Traer el pecado a la luz y presionar al pecador al arrepentimiento es uno de Sus ministerios principales. ¿No deberíamos nosotros, como ministros del Evangelio, tener el mismo propósito? ¿No debería nuestra predicación reflejar la misma labor? ¿Es posible evangelizar en el poder del Espíritu Santo, cuando rechazamos trabajar con el Espíritu en este ministerio esencial?

Aunque el Espíritu Santo no depende del instrumento humano, Dios ha ordenado a los hombres a que vengan a la convicción de pecado, al arrepentimiento y a la fe salvadora, a través de la predicación. 26 Sin embargo, ¿Cómo puede el Espíritu usar nuestra predicación si nosotros no estamos dispuestos a exponer el pecado o llamar a los hombres al arrepentimiento?

Las Escrituras nos enseñan que la espada del Espíritu es la Palabra de Dios,27 pero si los ministros de Dios usan la Palabra para dejar convicto al hombre de pecado, sólo de mala gana, ¿No apagará esto a la persona y el ministerio del Espíritu Santo? No debemos estar asustados de seguir el ejemplo Espíritu en el trato con los pecadores. Si Él considera necesario convencer al hombre de pecado, nosotros debemos unirnos a Él en esta obra. Esos predicadores e iglesias que han encontrado un “mejor camino”, no tienen motivos para esperar que el Espíritu de Dios esté obrando entre ellos para traer a los hombres a Cristo.28

Antes de concluir, es importante dar esta nota final. La mayor razón para ocuparse vehementemente del pecado es que esto exalta el Evangelio. La belleza de las estrellas no puede ser vista en el cielo a medio día porque están eclipsadas por la luz del sol. Sin embargo, cuando el sol se oculta, y el cielo se vuelve negro como el carbón, las estrellas son vistas en toda la fuerza de su esplendor. Así es también con el Evangelio de Jesucristo. Su verdadera belleza puede ser vista en el telón de fondo del pecado del hombre. Parece que los hombres nunca se dan cuenta de la belleza de Cristo o ni siquiera consideran Su valor, hasta que ellos ven la depravada naturaleza del pecado y se ven a ellos mismos como absolutamente desprovistos de mérito alguno. Hay incontables testimonios de cristianos a través de los siglos que nunca estimaron a Cristo hasta el día en que el Espíritu Santo vino y les convenció de pecado, de justicia y de juicio. Fue sólo después de que ellos estaban envueltos en la implacable oscuridad del sus propios pecados, que Cristo apareció como la estrella de la mañana y se volvió precioso para ellos.

Es chocante que cuando verdaderos creyentes en Jesucristo escuchan un sermón sobre la depravación del hombre, ellos salen de la iglesia rebosantes de gozo y llenos con un nuevo celo de seguir a Cristo. No es porque traten el pecado ligeramente o encuentren satisfacción de su estado de ex-pecadores. Más bien, se llenan de gozo inefable, porque ¡en su mayor oscuridad ellos vieron más de Cristo! Le robamos al hombre de una mayor visión de Dios, porque les damos una visión de reducida de ellos mismos


Referencias:

1 Salmo 51:5; 58:3

2 Job 15:16

3 Juan 3:36

4 Ezequiel 33:8

5 Jeremías 6:14

6 Romanos 15:23-24

7 La Harmatología es derivada de la palabra griega que significa pecado y logos que significa palabra o discurso. La Harmatología es literalmente un discurso o estudio del pecado.

8 Esta declaración está basada en II Corintios 3:7-9 and II Corintios 5:17.

9 Romanos 8:1

10 Romanos 5:18

11 Romanos 7:13

12 Romanos 3:19

13 Jeremías 4:3; Oseas 10:12

14 Romanos 1:18-32

15 Romanos 2:1-29

16 Romanos 3:1-18

17 Romanos 3:19

18 Jeremías 1:10

19 II Corintios 10:5

20 Filipenses 2:17

21 Romanos 9:3

22 Isaías 1:5-6

23 Isaías 1:4

24 Isaías 1:18-19

25 Juan 16:8-11

26 I Corintios 1:21

27 Efesios 6:17

28 Le debo está perspectiva al Pastor Jeff Noblit de Grace Life Church de Muscle Shoals, Alabama

miércoles, 12 de septiembre de 2012

La compasión sin límite de Cristo - Parte 2


E-mail

Escrito por D.L. Moody   

«Y al salir Él vio una gran multitud y tuvo compasión de ellos y sanó a los que de ellos estaban enfennos.» (Mateo 14:4). 
Se nos dice con frecuencia en las Escrituras que Jesús se compadeció de alguno o que fue movido a compasión; en este versículo vemos que después que los discípulos de Juan el Bautista le dijeron que su maestro había sido decapitado Jesús se fue a un lugar desierto y que la multitud le siguió y que Él, al ver la multitud, «tuvo compasión de ellos» y sanó a sus enfermos.

Pero miremos otra vez. Jesús va al monte de los Olivos. Ya está casi bajo la sombra de la cruz. De repente la ciudad se presenta ante su vista. Allá a lo lejos se ve el templo; lo ve en toda su gloria y esplendor. El pueblo está gritando: «¡Hosanna al Hijo de David!» Arrancan hojas de palmera y quitándose los vestidos los extienden sobre el camino delante de Él y gritan aún más: «Hosanna al Hijo de David», inclinándose delante de Él. Pero Él no hace caso. Sí, incluso el Calvario, con toda su amargura, pone a un lado. Getsemani se halla al pie de la colina; también lo olvida. Al mirar la ciudad que Él ama el gran corazón del Hijo de Dios se llena de compasión y exclama a grande voz:


«¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas y no quisiste!

Amigos míos, miradle llorando sobre Jerusalén. ¡Qué ciudad tan hermosa debía ser! Exaltada hasta los cielos. ¡Oh, si hubiera conocido el día de su visitación y hubiera recibido a su rey en vez de rechazarle, qué bendiciones habrían caído sobre ella! ¡Oh, tú, desgraciado, que te has hecho atrás, contempla al Cordero de Dios, que está llorando sobre ti, clamando que vayas a Él para que recibas cobijo y refugio de la tempestad que va a abatirse sobre la tierra!


Mira al pobre Pedro

Mirad lo que hace. Está negando al Señor y jura y perjura que no le conoce. Si alguna vez Jesús ha necesitado simpatía, si alguna vez ha necesitado a los discípulos a su alrededor, era aquella noche, cuando estaban presentando testigos falsos contra Él, tratando de condenarle a muerte, y allí estaba Pedro, el discípulo más destacado, jurando que no conoce a Cristo. Jesús podría haberse vuelto a Pedro y decirle: «Pedro, ¿es cierto que no me conoces? ¿Es verdad que te has olvidado de que curé a tu suegra cuando estaba en trance de muerte? ¿Es verdad que te has olvidado de que te salvé cuando te hundías en el agua? ¿Es verdad, Pedro, que has olvidado lo que viste en el monte de la Transfiguración, cuando se unieron los cielos y la tierra y oíste la voz que hablaba desde las nubes? ¿Es verdad que has olvidado la escena en aquella montaña, cuando tú querías plantar tres tiendas? ¿Es verdad, Pedro, que me has olvidado? Sí, esto es lo que Jesús podría haberle echado en cara al pobre Pedro, pero en vez de esto le da una mirada llena de compasión que partió el corazón de Pedro, el cual, saliendo de allí, fue y lloró amargamente.


El perseguidor Saulo

Demos una mirada a este atrevido blasfemo y perseguidor que intenta extirpar la Iglesia primitiva y que está respirando amenazas y matanza cuando Cristo le atajó en el camino de Damasco. Es el mismo Jesús todavía. Escuchad para oír lo que dice: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» ¡Cómo! Podría haberle petrificado con una mirada o con su aliento dejarle sin vida, pero en vez de ello el corazón del Hijo de Dios siente compasión y exclama: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Si hay algún perseguidor aquí esta noche quiero preguntarte: ¿Por qué persigues a Jesús? Él te ama, pecador. Él te ama, perseguidor. No has recibido de El sino bondades y amor. Y Saulo exclamó: «¿Quién eres, Señor?» Y Él le contestó: «Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.» Es una cosa dura luchar contra un amigo así, contender contra quien nos ama como nos ama El y el Saulo perseguidor, lleno de soberbia, se prosterna y exclama; «Señor, ¿qué quieres que haga?» Y el Señor se lo dijo y él lo hizo. Quiera el señor tener compasión del infiel, del escéptico, del perseguidor. Déjame que te pregunte, amigo: ¿Hay alguna razón por la que odies a Cristo, por la que tu corazón se haya vuelto contra Él?

Recuerdo una historia sobre una maestra de escuela dominical que dijo a sus alumnos que siguieran todos a Jesús y que todos podían ser misioneros y salir a trabajar para los otros. Y un día una de las niñas más pequeñas fue a ella y le preguntó: Le dije a una amiga mía (y le dijo el nombre) que viniera conmigo y me dijo que vendría de buena gana, pero que su padre es un incrédulo.»


¿Por qué no amas a Jesús?

Y la niña quería saber lo que era un incrédulo y la maestra se lo explicó. Y un día, cuando la niña iba camino a la escuela, este incrédulo salía de Correos con unas cartas de amor en la mano, y la niñita corrió hacia él y le preguntó: «¿Por qué no ama usted a Jesús?» El hombre tuvo el impulso de apartarla con la mano y seguir su camino, pero la niña insistió: «¿Por qué no ama usted a Jesús?» Si hubiera sido un hombre el que le hubiera hecho la pregunta el incrédulo se habría molestado, pero no sabía qué hacer con una niñita, y ésta, con lágrimas en los OJOS le preguntó otra vez: «ioh, por favor!, dígame, ¿por qué no ama usted a Jesús? » El hombre prosiguió su camino hacia su oficina, pero le daba la impresión de que en cada carta que leía veía escrito: «¿Por qué no ama usted a Jesús?» Intentó escribir,pero obtuvo el mismo resultado; cada carta parecía preguntarle: «¿Por qué no ama usted a Jesús?» Tiró la pluma, desesperado y se marchó de la oficina, pero no podía librarse de la pregunta; se la hacía una vocecita queda dentro y mientras andaba le parecía que el mismo suelo y los mismos cielos le susurraran: «¿Por qué no ama usted a Jesús?» Al fin se fue a su casa y allí le pareció que sus propios hijos le hacían la misma pregunta, por lo que le dijo a su esposa: «Me iré a la cama temprano esta noche», pensando que echándose a dormir la cosa terminaría, pero tan pronto hubo puesto la cabeza sobre la almohada le pareció que ésta le susurraba lo mismo.

Se levantó a medianoche y dijo: «Puedo buscar algún punto en que Cristo se contradiga a sí mismo, y lo hallaré y esto demostrará que es un mentiroso.» Bien, el hombre se levantó y empezó a leer el evangelio de Juan y leyó desde las primeras palabras hasta que llegó a «De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna.» « ¡Qué amor! », pensó, y al fin el corazón del incrédulo se sintió conmovido. No podía encontar razón alguna para no amar a Jesús y arrodillándose oró y antes de que saliera el sol el antiguo incrédulo había entrado en el reino de Dios.

Reto a quien sea, en toda la faz de la tierra, a que halle una razón para no amar a Cristo. Es sólo aquí en la tierra que los hombres creen que tienen alguna razón para no hacerlo. En los cielos le conocen y cantan: «Digno es el Cordero que fue inmolado.» Oh, pecador, si le conocieras no procurarías hallar razones para no amarle. Él es «el primero entre diez miles, y grande es su hermosura.» Tengo idea de que muchos dicen aquí: «Me gustaría mucho hacerme cristiano y saber cómo puedo llegar a Él y ser salvo.»


Ve a Él como un amigo personal

Desde hace veinte años sigo esta regla: Cristo está siempre tan cerca como pueda estarlo personalmente cualquier otra persona viva, y cuando tengo problemas, tribulaciones, aflicciones, voy a Él con ellas. Cuando necesito consejo voy a Él tal como si estuviera cara a cara, hablando conmigo. Hace veinte años conocí a Dios una noche y Él me tomó en su seno y ahora preferiría renunciar a mi vida esta noche que renunciar a Cristo o dejarle o que Él me dejara a mí y que no tuviera a nadie a quien pudiera llevar mis cargas o mis penas. Él vale para mí más que todo el mundo y esta noche Él tiene compasión de vosotros como tuvo de mí. Yo había estado intentando durante semanas hallar el camino a Él y por fin fui y puse mi carga sobre Él y entonces Él se me reveló y a partir de entonces he tenido en Él un amigo verdadero y afectuoso, el amigo que necesitaba. Ve directamente a Él. No tienes por qué ir a ningún hombre, a esta o aquella Iglesia. «Yo soy el camino, la verdad y la vida.»

No hay ningún nombre tan querido por los norteamericanos como el de Abraham Lincoln y en una audiencia como ésta en nuestro país se puede conseguir que las lágrimas desciendan por las mejillas de los presentes con sólo mencionar este nombre: Lincoln es muy querido por los norteamericanos. ¿Queréis saber la razón? Voy a decírosla. Era un hombre compasivo, era amable y conocido por su tierno corazón hacia los oprimidos y los pobres. Nadie iba a él con una historia personal triste sin que él sintiera compasión, no importaba el nivel de la persona en la escala social. Siempre tenía interés en los pobres. Hubo un tiempo en nuestra historia cuando pensamos que Lincoln tenía demasiada compasión.

Muchos de nuestros soldados no entendían la disciplina del ejército y muchos no cumplían debidamente las reglas militares. Intentaban hacerlo, pero no lo hacían en realidad. Muchos, como resultado, cometieron delitos graves y se les hicieron consejos de guerra y fueron condenados a ser fusilados, pero Abraham Lincoln siempre los perdonaba y al fin la nación tuvo que levantarse en protesta diciendo que era demasiado misericordioso. Finalmente consiguieron que admitiera que si un soldado pasaba por un consejo de guerra y era condenado tenía que ser fusilado y que no podían concederse indultos.


El centinela dormido

Unas pocas semanas después de esto se descubrió a un soldado bisoño durmiendo en su puesto de guardia. Se le hizo pasar por un consejo de guerra y fue condenado a muerte. El muchacho escribió a su madre: «No quiero que creas que no amo a mi patria. La cosa sucedió de este modo: mi compañero estaba enfermo y yo fui a hacer guardia en su lugar, y la noche siguiente, cuando le tocaba a él como todavía seguía enfermo, fui a hacer guardia por él de nuevo y sin querer me quedé dormido.

No tenía intención de ser desleal.» Era una carta conmovedora, pero los padres reconocieron que no había posibilidad de hacer nada, porque no habría más indultos. Pero había un niña en aquella casa que sabía que Abraham Lincoln tenía un hijo pequeño y que amaba a este niño; la niña pensó que si Abraham Lincoln supiera lo que sus padres amaban a su hermano nunca permitiría que lo fusilaran, así que tomó el tren para ir a rogar al presidente en favor de su hermano, y cuando llegó a la mansión del presidente apareció la dificultad de tener que pasar el puesto del centinela. Así que le contó esta historia y el centinela, con lágrimas en los ojos, la dejó pasar. Pero la próxima dificultad fue pasar al secretario y a los otros funcionarios.

Sin embargo, consiguió llegar finalmente a la sala privada del presidente y allí había senadores y ministros, todos ocupados en asuntos del Estado. El presidente vio a la niña y la llamó y le dijo: «¿Niña, qué quieres?» Y la niña le contó la historia. Las lágrimas se le saltaron de los ojos al presidente. Era padre y su corazón estaba apesadumbrado; no podía resistirlo. Trató a la niña bondadosamente y luego indultó al muchacho, le dio treinta días de permiso y le envió a su casa para que fuera a ver a su madre. Su corazón rebosaba compasión.

Y dejadme que os diga, el corazón de Cristo está más lleno de compasión que el de hombre alguno. Vosotros estáis condenados a muerte por vuestros pecados, pero si vais a Él, como Lázaro, os dirá: «Desatadle, dejadle ir.» «Puedes irte, estás libre.» Él va a reprender a Satán y, como Lázaro, vivirás otra vez. Ve a El, como esta niña fue al presidente, y cuéntaselo todo, no omitas nada y Él dirá: «Vete en paz.»


El toque de compasión

Quiero preguntar al cristiano antiguo que se ha vuelto atrás: ¿Has sentido alguna vez el toque de la mano de Jesús? Si es así vas a conocerlo otra vez, porque hay amor en él. Se cuenta una historia en relación con nuestra guerra referente a una madre que recibió el informe de que su hijo estaba mortalmente herido. Fue al frente y allí se enteró de que los soldados destacados para cuidar a los enfermos y heridos no tenían mucha experiencia en hacerlo y que ella podría hacerlo mucho mejor. Así que fue al médico y le dijo: «¿Tiene inconveniente en que yo cuide a mi hijo?» Pero él médico le contestó: Ahora está durmiendo y si usted va y le despierta su sorpresa será tan grande que será peligroso para él.

Está en estado crítico. Yo le daré la noticia primero de que usted está aquí poco a poco.» «Pero», dijo la madre, «es posible que no se despierte más. Me gustaría mucho verle.» ¡Cuánto deseaba verle! Finalmente el doctor dijo: «Puede verle, pero si le despierta puede morir allí mismo y usted no se lo perdonará.» «Bueno», dijo ella, «no voy a despertarle; basta con que vaya a su camastro y pueda verle».

La madre fue a su lado. Sus ojos deseaban ver al hijo y al contemplarle su mano no pudo por menos que ponerse sobre la frente pálida del hijo y allí la mantuvo suavemente. Había amor y simpatía en aquella mano y en el momento que el muchacho la sintió dijo: « ¡Oh, madre, has venido'» Él sabía que había amor en el toque de aquella mano. Y si tú, oh, pecador, dejas que Jesús ponga su mano y toque tu corazón, tu también hallarás que hay amor y simpatía en ella. La oración de mi corazón es que toda alma perdida aquí sea salva y venga a los brazos de nuestro bendito Salvador.

Jesús, mi Salvador, vino a Belén,
nació en un pesebre humilde y sencillo;
¡Qué maravilla, pues vino a buscarme!
Bendito sea su nombre.
Jesús, mi Salvador, fue al Calvario
y allí pagó mi deuda, hizo libre mi alma;
¡Qué maravilla que fuera esto así!
¡Que muriera por mí, por mí!

La compasión sin límite de Cristo - Parte 1


E-mail
Escrito por D.L. Moody   

«Y al salir Él vio una gran multitud y tuvo compasión de ellos y sanó a los que de ellos estaban enfermos.» (Mateo 14:4).  Se nos dice con frecuencia en las Escrituras que Jesús se compadeció de alguno o que fue movido a compasión; en este versículo vemos que después que los discípulos de Juan el Bautista le dijeron que su maestro había sido decapitado Jesús se fue a un lugar desierto y que la multitud le siguió y que Él, al ver la multitud, «tuvo compasión de ellos» y sanó a sus enfermos.

Si Jesús estuviera esta noche aquí, de pie, en mi lugar, su corazón también se compadecería al mirar porque Él, al observar vuestro rostro podría ver las cargas, tribulaciones y aflicciones que tenéis que llevar. Están escondidas a mis ojos, pero Él las conoce y por ello, cuando las multitudes se aglomeraban a su alrededor, Él sabía cuántos había allí con el corazón dolorido y el cuerpo quebrantado. Pero Él está aquí esta noche, aunque no le podemos ver con los ojos del cuerpo y no hay pena ni tribulación que alguien esté sufriendo que e1 no conozca, y Él es el mismo esta noche que cuando estaba sobre la tierra; el mismo Jesús, el mismo Jesús compasivo.

Cuando vio la multitud tuvo compasión de ellos y sanó a sus enfermos, y espero que Él va a sanar a muchas almas enfermas aquí y va a restañar muchas heridas y vendar muchos corazones. Y dejadme decir al empezar el sermón que no hay corazón magullado del que el Hijo de Dios se compadezca y sane si se le da oportunidad. «No quebrará la caña cascada ni apagará el pabilo que humea.» Él vino al mundo para traer misericordia, gozo, compasión y amor.

Si yo fuera un artista me gustaría bosquejar algunas escenas bíblicas esta noche y poner delante de vosotros esta gran multitud de la cual Él tuvo compasión. Y luego dibujaría otro apunte del leproso que se le acerca, lleno de manchas y costras, de pies a cabeza. Aquí hay un hombre a quien han echado de su casa, que ha sido abandonado por sus amigos, que va a Jesús con su historia desgraciada y triste. Y ahora, amigos, permitidme que hagamos vívidas las historias de la Biblia

porque son todas reales. Pensemos en el leproso. Pensemos en lo mucho que ha sufrido. No sé cuántos años hace que está alejado de su esposa, hijos y hogar, pero sí sé que vive solo. Lleva puesto un vestido especial, como un sambenito, para que todo el que se le acerca se dé cuenta de que es inmundo. Y cuando él veía a alguno tenía que advertirle, gritando: «¡Inmundo! ¡Inmundo! ¡Inmundo!» Sí, y si su propia esposa hubiera ido a decirle que uno de los hijos estaba muriéndose el leproso no se habría atrevido a acercarse a ella; tenía la obligación de apartarse. Tenía que escuchar a los demás desde cierta distancia y no podía estar presente en los últimos momentos de su hijo. Era, por así decirlo, un hediondo cadáver vivo; algo peor que la muerte. Y aquí tenemos a este hombre, un desecho, un paria, hacia el cual no se extendía una mano amiga. ¡Oh, qué vida tan terrible Pensemos luego en que se está acercando a Cristo y que cuando Cristo le ve se nos dice: tuvo compasión de él. El corazón de Jesús latía al unísono con el del pobre leproso: tuvo compasión de él y el leproso se acercó a Jesús y dijo: «Señor, si quieres puedes limpiarme.» Sabía que nadie podía hacer una cosa semejante excepto el mismo Hijo de Dios y el gran corazón de Cristo

fue movido a compasión por el leproso. Oigamos las palabras de gracia que salen de los labios de Jesús: « ¡Quiero; sé limpio!», y el leproso se mira y se ve limpio en aquel mismo instante. Veámosle ahora camino de su casa y de sus hijos y amigos. Ya no es un paria, algo asqueroso, afectado por la terrible enfermedad de la le ra, sino que vuelve a los suyos con regocijo. Ahora bien, amigos, podéis decir que os produce lástima un hombre cuyas condiciones son tan tristes, pero ¿se os ha ocurrido alguna vez que vosotros estáis en condiciones mil veces peores? La lepra del alma es mucho peor que la lepra del cuerpo. Y preferiría mil veces tener el cuerpo lleno de lepra que ir al infierno con el alma llena de pecado. Sería mucho mejor que me cortaran una mano o que se me secara un pie y que me quedara ciego todos los días de mi vida a ser expulsado de la presencia de Dios a causa de la lepra del pecado. Escucha los gemidos y la agonía que llena este mundo a causa del pecado. Si eres un alma enferma del pecado, llena de lepra, tu que estás aquí esta noche, si vienes a Cristo, Él tendrá compasión de ti y te dirá como dijo a este leproso: «Quiero, sé limpio.»


El muerto resucitado

Vayamos ahora al siguiente cuadro que representa a Jesús movido a compasión. Ved esta casita. En ella vive una pobre viuda. Quizás hace unos meses que enterraron a su marido y ahora sólo tiene un hijo. ¡Cómo le idolatra! Confía en que va a ser el apoyo y sostén de su edad avanzada. Le ama más que su propia sangre y vida. Pero mirad, la enfermedad entra en la casa y la muerte viene y pone su mano helada sobre el muchacho. Podéis ver a la madre, viuda, velándole día y noche, pero al fin los ojos del enfermo se cierran y su dulce voz es apagada para siempre. Por lo menos así lo piensa ella. No va a oírle más una vez lo hayan enterrado. Ha llegado la hora del entierro. Muchos habéis estado en una casa que en que hay luto y habéis acompañado, con los amigos, el cadáver a la tumba, y dais una mirada a la persona amada por última vez. No hay ninguno aquí que no haya perdido algún deudo suyo.

Nunca he ido a un entierro y visto a una madre dando el último adiós a un hijo muerto sin que haya sentido un dardo que me penetraba el corazón o haya podido retener las lágrimas ante una vista semejante. Bien, la madre da el último beso a la frente fría; el último beso y la última mirada, y el cuerpo, tapado, en el ataúd, va a ser puesto en su lugar definitivo. La madre tiene muchos amigos. La ciudad de Naín asistía en masa a este entierro. Veo la multitud que se empuja hacia las puertas de la ciudad, y más lejos, acercándose por el camino polvoriento veo a trece hombres, cansados, que se hacen a un lado para dejar paso a la comitiva. El grupo lo forman el Hijo de Dios y sus discípulos íntimos. Jesús mira la escena, ve la madre sollozando, abrumada, con el corazón hecho trizas, y Él mismo siente que se le conmueve el corazón. Sí, el gran corazón del Hijo de Dios tiene compasión y se acerca al féretro, lo toca y dice:


«Joven a ti te digo, levántate»

y el muchacho se incorpora y empieza a hablar. Puedo ver a la multitud atónita; puedo ver a la viuda, madre del chico, que regresa a su casa con los rayos matutinos de la resurrección brillando en su corazón. Sí, Jesús había tenido compasión de ella. Y no hay viuda en esta sala a cuya voz Cristo no responda dándole paz en sus tormentas. Oh, queridos amigos, permitidme que diga que si vuestro corazón está dolorido necesitáis a un amigo como Jesús. Él es el amigo que necesita la viuda; Él es el amigo que todo corazón que sangra necesita; Él tendrá compasión de ti y vendará tus heridas si quieres acudir a Él tal como te encuentras. Él te recibirá sin reprenderte ni disciplinarse en su amoroso seno y te dirá: «Paz a ti», y andarás a la luz del sol de su amor a partir de este momento. Cristo vale más que todo el mundo junto. Él es el amigo que necesitas y ruego a Dios que cada uno de vosotros pueda conocerle en este momento como Salvador y amigo.



El hombre a quien robaron y maltrataron

El cuadro siguiente que voy a bosquejar para ilustrar la compasión de Cristo es el del hombre que desciende a Jericó y cae en manos de ladrones. Le han quitado el manto y el dinero que llevaba; le han apaleado y le han dejado medio muerto. Miradle, herido, sangrante, sin conocimiento. Y ved ahora por el camino un sacerdote que pasa y da una mirada a la escena. No siente compasión ni deseo alguno de ayudar al pobre hombre. Pasa de largo por el otro lado del camino sin acercarse demasiado. Después de este sacerdote viene un levita, el cual dice: «Pobre hombre.» No, tampoco hace nada por él. ¡Ay, son muchos los que obran como el sacerdote y el levita! Quizás algunos, al venir a esta sala, habéis visto algún borracho tambaleándose por la calle y habéis dicho simplemente: «Pobre desgraciado», sino es que os habéis reído de alguna necedad que ha dicho o hecho el desgraciado. Nosotros somos muy diferentes del Hijo de Dios. Al fin pasa un samaritano y da una mirada al herido y siente compasión de él. Se apea del asno y tomando aceite lo vierte sobre las heridas, se las venda y lo saca de la cuneta, lo coloca sobre su bestia y se lo lleva al mesón, donde dispone lo que hay que hacer para su cuidado. Este buen samaritano representa a vuestro Cristo y al mío. Vino al mundo para buscar y salvar lo que se había perdido

Joven, tú has venido a Londres y has acabado juntándote con malas compañías. Has ido con ellos a lugares de vicio y tabernas y te han dejado mal herido y sangrando. ¡Oh, ven esta noche al Hijo de Dios y Él va a tener compasión de ti y te sacará de esta inmundicia y te transformará elevándote a su reino y llevándote a las alturas de su gloria si se lo permites. No importa quién seas; no importa cuál haya sido tu vida pasada. Como dijo Jesús a la pobre mujer adúltera: «Ni yo te condeno; vete y no peques más.» Jesús tuvo compasión de ella y tiene compasión de ti. Este hombre que desciende de Jerusalén a Jericó representa a millares aquí en Londres y este buen samaritano representa al Hijo de Dios. Joven, Jesucristo ha puesto su corazón para salvarte. ¿Quieres recibir su amor y compasión? No albergues pensamientos duros acerca del Hijo de Dios. No creas que te condena. Ha venido para salvarte.


El Hijo pródigo

Pero me gustaría pintar otro cuadro, otra escena, la del joven que se marchó de su casa, que encontramos en el capítulo quince de Lucas; un hijo ingrato que pidió a su padre la parte de la herencia que le correspondía ya antes de tener derecho a ella; la quería al instante. Le dijo a su padre: «Dame la parte de la hacienda que me corresponde», y su buen padre le dio su parte y él se marchó. Ahora le vemos que emprende su camino, lleno de orgullo, arrogante, y empieza a vivir con todo despilfarro en un país extranjero, pongamos Londres. ¿Cuántos habéis venido a Londres, que es para vosotros un país extranjero, para malgastar el dinero? Sí, y este joven fue popular en tanto que tuvo dinero. Sus amigos duraron lo mismo que el dinero.

En tanto lo tiene paga la cuenta en la taberna y todos sus compinches le dan el parabien y palmaditas a la espalda. ¡Qué locura! Pero ido el dinero se terminaron los amigos. ¡Oh, los que servís al diablo tenéis a un amo muy duro! Bien, cuando el dinero del hijo pródigo hubo desaparecido sus amigos se rieron de él y le llamaron necio, lo cual era una gran verdad. ¡Qué ciego y equivocado estaba este joven! Mirad lo que se perdió. Perdió el hogar de su padre, mesa y comida, la reputación, el confort y su trabajo, aunque más adelante consiguió otro en aquel país apacentando cerdos. Éste era un negocio ¡legítimo para él, no le correspondía hacerlo. Y esto es lo que hace el que se vuelve atrás está a sueldo del diablo. Ha perdido el tiempo y su reputación. Nadie tiene confianza en uno que se vuelve atrás, porque incluso el mundo desprecia a los tales. Este hombre no tiene ya reputación. Miradle entre los cerdos. Un día pasa uno en aquel país extraño y viéndole dice: «¿Qué hace este desgraciado, sin calzado, medio desnudo, vigilando cerdos?» «Ah», dice el pródigo, «no hables de mí de esta manera. Mi padre es rico y sus criados van me . or vestidos que tú» - « ¡Qué va! », dice el otro.


«Si tuvieras un padre tal como describes estoy seguro que no te reconocería.» Y nadie quería creerle.


Ha perdido su testimonio

Nadie da crédito ni cree a uno que se hace atrás. Si habla del goce que ha tenido con el Señor nadie le cree. ¡Oh, desgraciado, me das lástima! Sería mejor que regresaras al hogar. Por lo menos el pobre hijo pródigo volvió en sí y dijo: «Me levantaré e iré a mi padre»,y lo hace y se pone en marcha. Miradle por el camino, pálido, hambriento, con la cabeza gacha, sin fuerzas y quizás enfermo. Nadie puede reconocerle como no sea su padre. Pero el amor tiene una vista como un lince para distinguir su objetivo. El anciano ha estado esperándole. Podemos verle muchas noches en el terrado mirando en lontananza por si le ve de lejos.

Muchas noches ha estado orando a Dios, pidiendo que su hijo pródigo regrese. Todos los que le han hablado de él en aquel país extranjero le han dicho que el chico avanza rápidamente hacia su ruina total. El anciano pasa mucho tiempo orando por él y al fin su fe empieza a vigorizarse y dice: «Creo que Dios va a enviarme a mi hijo y un día ve, desde lejos, al hijo perdido, pero ahora hallado. No le reconoce por el vestido, pero sí por el paso y el porte y se dice: « Sí, éste es mi hijo.» Ved cómo el padre baja rápido las escaleras, cómo se precipita hacia el camino, cómo corre. ¡Ah!, es, podríamos decir, lo mismo que hace Dios. Muchas veces el Dios de la Biblia es representado apresurándose, corriendo; tiene gran prisa para recibir al que se ha hecho atrás.

Sí, el anciano está corriendo, ve de lejos a su hijo y tiene compasión de él. El muchacho quiere contarle la historia de lo que ha hecho y dónde ha estado y el padre quiere oírle; su corazón está lleno de compasión y lo abraza en su seno. El muchacho quiere entrar y quedarse en la cocina con los sirvientes, pero el padre no le deja. ¡No!, manda a los criados que le pongan zapatos en los pies y anillo en el dedo y que maten el becerro grueso y hagan todos una fiesta. El hijo pródigo ha vuelto al hogar, el que se había hecho atrás ha regresado. ¡Oh, tú que te has vuelto atrás vuele al hogar y habrá gozo en tu corazón y en el corazón de Dios! ¡Que Dios haga que regresen al hogar todos los que se han hecho atrás presentes aquí esta noche y que lo hagan hoy mismo. Di como dijo el pródigo: «Me levantaré e iré a mi padre» y yo, bajo la autoridad de Dios, te digo que Él te recibirá, borrará todos tus pecados y te restaurará a su amor y volverás a andar a la luz de su rostro después de la reconciliación.