por J. I. Packer
Traducción por: Makarena Vives
Estos
son a grandes rasgos los patrones por los cuales los movimientos
genuinos de avivamiento se identifican. Los cristianos en consecuencia
del avivamiento viven en la Presencia de Dios (coram Deo), se ocupan en
Su Palabra, sienten una aguda preocupación por el pecado y la justicia,
se gozan en la seguridad del amor de Cristo y en su salvación, son
constantes en la alabanza espontánea y no se cansan de testificar y
servir, alimentando estas actividades por la oración y la adoración. La
gran pregunta es si el avivamiento se muestra en verdad en la vida de
los cristianos de manera individual o en las comunidades, si esta
cualidad de la vida cristiana está o no.
A
primera vista, las características de los movimientos de avivamiento
varían extensamente; tal vez como resultado de diferentes escenas, de
hecho pareciera que Dios se deleita en la variedad. Sin embargo, en un
análisis más profundo, hay factores constantes que podemos reconocer en
todos los avivamientos bíblicos y post-bíblicos, cualesquiera sean sus
escenarios históricos, raciales y culturales. Son cinco y los describiré
a continuación:
Conciencia
de la Presencia de Dios: La primera característica, que es fundamental
en el avivamiento, es la percepción de que Dios se ha acercado
maravillosamente en Su santidad, misericordia y poder. Esto se siente
como el cumplimiento de la oración de Isaías 64:1y 2: “¡Oh, si rompieses
los cielos, y descendieras, y a tu presencia se escurriesen los montes…
para que hicieras notorio tu nombre a tus enemigos, y las naciones
temblasen a tu presencia!”. Dios “viene”, “visita” y “se acerca” a Su
pueblo y revela Su majestad. El efecto que causa es el mismo que causó
en Isaías: cuando vio “al Señor sentado en un trono” y escuchó a los
ángeles cantar “Santo, santo, santo”, con fuerza clamó “¡Ay de mí! Que
soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio
de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová
de los ejércitos.” (Is. 6:1-5). Es con esta anhelante manifestación
abrazadora de la Presencia de Dios que comienza el avivamiento, y por la
continuación de ella que el avivamiento es sostenido.
Responsabilidad
con la Palabra de Dios: La percepción de la Presencia de Dios imparte
nueva autoridad a Su verdad. El mensaje de las Escrituras, que tal vez
antes estaba haciendo sólo un impacto superficial, ahora escudriña a
cada uno de sus oidores y lectores en lo más profundo de su ser. La
declaración de que “la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante
que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el
espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y
las intenciones del corazón” (Heb. 4:12) se verifica una y otra vez. El
mensaje de Dios (el llamado del Evangelio al arrepentimiento, la fe y la
santidad, a la oración y la adoración, el testimonio y la alabanza) se
autentifica sin ambigüedad a la conciencia de los hombres, y no hay
lugar para medias tintas en la respuesta.
Sensibilidad
al pecado: Una conciencia profunda de las cosas pecaminosas y de cuán
pecaminosos somos es la tercera característica a notar de un
avivamiento. Ningún brote de interés religioso o emociones merece el
nombre de avivamiento si en su corazón no hay una profunda percepción
del pecado. Dios viene y el consecuente impacto de Su palabra hace a los
cristianos mucho más sensibles al pecado de lo que eran antes: las
conciencias se ablandan y hay una profunda humillación. La perversidad,
la fealdad, la inmundicia y la culpa del pecado se ven y se sienten con
nueva viveza.
Bajo
las condiciones de un avivamiento las conciencias son tan revividas que
la convicción de pecaminosidad de cada persona se hace fuerte y
terrible, y hasta puede incluir agonías mentales más allá de lo
imaginable hasta que pasen. El Evangelio del perdón a través de la cruz
de Cristo se hace tan amado como nunca antes, mientras la gente ve su
necesidad de éste de manera mucho más clara.
Pero
la convicción de pecado es un medio, no un fin: el Espíritu de Dios
convence de pecado con el fin de presentar el arrepentimiento, y una de
las características más llamativas de los movimientos de avivamiento es
la profundidad de arrepentimiento a la que tanto santos como pecadores
son guiados. El arrepentimiento, como sabemos, básicamente es no gemir y
tener remordimiento sino volverse y cambiar.
Los
oidores de Pedro en el día del Pentecostés estaban “compungidos de
corazón”, lo que literalmente significa causar con un golpe violento una
vívida imagen de una experiencia profundamente penosa. Destrozada, la
congregación clamó “Hermanos, ¿qué haremos?”. Pedro les mostró el camino
de la fe, el arrepentimiento y el discipulado a través de Jesucristo, y
tres mil de ellos lo tomaron (Hechos 2:37-41). El avivamiento siempre
incluye una fuerte percepción de la propia pecaminosidad, que guía a un
arrepentimiento profundo y a abrasar de corazón al Cristo glorificado,
amoroso y perdonador.
Vida
en comunidad: Una iglesia avivada está llena de la vida, el gozo y el
poder del Espíritu Santo. Con la llegada del Espíritu, viene la compañía
de Cristo al centro de nuestra a alabanza y devoción: el Cristo
glorificado se nos revela, se hace conocido, amado, servido y exaltado.
Marcas recurrentes de un pueblo que experimenta un avivamiento son el
amor y la generosidad, la unidad y el gozo, la convicción y la audacia,
un espíritu de alabanza y oración, una pasión para alcanzar y ganar a
otros. En esa forma está el poder divino con sus predicadores, un poder
que no tiene nada que ver con la elocuencia natural.
Un
testimonio fructífero: El avivamiento siempre trae un desborde
evangelístico y ético al mundo. Cuando Dios reaviva a la iglesia, la
nueva vida fluye desde ella para la conversión de los de afuera y la
renovación de la sociedad. Los cristianos se vuelven intrépidos en el
testimonio e incansables en el servicio a su Salvador. Proclaman por
dicho y obra el poder de la nueva vida, ganan almas y surge una
comunidad de conciencias conforme a los valores cristianos. Además, en
tiempos de avivamiento Dios actúa en forma rápida, Su trabajo se
acelera. La Verdad se propaga y la gente es regenerada y crece en
Cristo con una rapidez sorprendente.
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